Técnicas Cognitivas ¿Qué son y cuáles son más utilizadas?

Las técnicas cognitivas son las herramientas que tiene el psicólogo para ayudar al paciente. Se enfocan en la modificación de pensamientos y comportamientos para que el paciente adquiera nuevas formas de pensar y actuar de manera más adaptativa. Su objetivo es adquirir hábitos y habilidades que brindan un bienestar superior y una calidad de vida que perduren en el tiempo.

Entre las terapias psicológicas más populares, las técnicas de terapia cognitivo-conductual destacan por presentar excelentes resultados tanto en la práctica clínica como en otras áreas de especialización. Su base científica y sus estrategias de intervención directa sobre problemas son aspectos muy atractivos tanto para el profesional como para quien busca terapia.

¿Quiere saber más sobre el uso de la TCC en psicología clínica? Entonces continúe leyendo esta publicación para aprender sobre las técnicas de terapia cognitivo-conductual.

¿Cuáles son las técnicas más utilizadas por el terapeuta cognitivo-conductual?

Luego de hacer la identificación de los problemas y comprender qué hay detrás de ellos, el terapeuta  cognitivo-conductual  hace uso de las técnicas de intervención. Para ello, considera tanto las particularidades de las demandas como el grado de sufrimiento del paciente. A continuación se muestran algunas de las técnicas más utilizadas en CBT.

1. Psicoeducación

Esta técnica se basa en explicar al paciente cuestiones importantes del tratamiento psicológico o de su problemática. Debe realizarse de la forma más sencilla y didáctica posible, según el idioma de cada persona. La psicoeducación se ocupa tanto de datos sobre el diagnóstico como de explicaciones sobre las actividades que se utilizan durante las sesiones.

Realizar psicoeducación trae buenos resultados en la adherencia de la persona a la terapia, ya que ofrece información relevante para que se involucre activamente en el tratamiento. Además, la técnica también ayuda a reducir la ansiedad del paciente ante un diagnóstico difícil o incluso el desafío de someterse a una terapia. 

Algunas personas son derivadas al psicólogo después de ser identificadas con un trastorno emocional. A menudo, estos pacientes llegan a la terapia con poca información o información leída en internet sobre el problema que enfrentan. Explicarle al paciente sobre su problemática y como vamos a trabajar puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso del tratamiento.

2. Registro de pensamientos disfuncionales

tecnicas cognitivas

Esta es otra actividad muy común en la terapia cognitivo-conductual. Dado que el enfoque del enfoque es la relación entre el pensamiento y la conducta, es fundamental identificar los elementos disfuncionales. Al utilizar esta técnica, el terapeuta le pide al paciente que registre los pensamientos desagradables que surgen en determinadas situaciones. Para ello es muy útil entregarles hojas de registro.

Por ejemplo, si una persona tiene una fobia social, debe anotar lo que piensa cuando tiene miedo o ansiedad por la posibilidad de exponerse. En ocasiones, también se solicita que se registren los sentimientos, reacciones físicas y comportamientos involucrados en la situación. Esta tarea ayuda al paciente a tomar conciencia de sí mismo.

El registro de pensamientos disfuncionales tiene varios usos en la clínica. La primera de ellas es para que el paciente se dé cuenta de lo que piensa y siente cuando se enfrenta a un problema, ya que, en muchos casos, las personas reaccionan de forma automática y no pueden comprender la situación. Además, el terapeuta hace uso de este registro para dirigir las sesiones y utilizar otras técnicas para ayudar en el proceso de cambio de patrones negativos.

3. Cuestionamiento socrático

Esta es también una de las técnicas de terapia cognitivo-conductual más utilizadas. El desempeño clínico de la TCC se basa en gran medida en el cuestionamiento socrático. En la práctica, esto significa que el terapeuta hará una serie de preguntas para ayudar al paciente a profundizar en la comprensión de sus propios pensamientos.

Nuestra mayor parte del tiempo actuamos de forma automática, sin darnos cuenta de los pensamientos y emociones. En terapia, el paciente se enfrenta a preguntas que profundizan la reflexión y le hacen pensar en las complejas relaciones que establece su mente. Así, es posible percibir y modificar las distorsiones cognitivas.

El trabajo del psicólogo no es ofrecer respuestas ni dirigir la forma en que las personas piensan y se comportan. Al hacer preguntas, crea posibilidades para que los pacientes comprendan mejor sus pensamientos y tomen sus propias decisiones. Con esta técnica se pueden cuestionar y controlar los elementos disfuncionales.

4. Técnicas de exposición

Las técnicas de terapia cognitivo-conductual son muy efectivas para intervenir directamente en problemas específicos, como las fobias. Este es el caso de las actividades de exposición, que se pueden utilizar para tratar miedos y traumas que limitan la vida del paciente.

Es muy común que las personas busquen terapia porque tienen un miedo excesivo. La mayoría de las veces, esto ocurre debido a la generalización de la ansiedad que se experimenta en una situación determinada. Por ejemplo, alguien que estuvo atrapado en un ascensor hace unos años puede tener grandes dificultades para volver a exponerse a esta realidad.

Cuando el miedo interfiere con la vida del paciente, si deja de lado momentos de trabajo o de ocio porque no puede enfrentarse al ascensor, por ejemplo, el problema debe mediar en la terapia. Las técnicas de exposición son muy útiles para resolver el problema, ya que transportan a la persona a lo que le causa ansiedad, a la vez que le enseñan formas de controlar las emociones negativas y afrontar la situación de otra forma.

5. Desensibilización sistemática

Esta actividad es un tipo de técnica de exposición muy utilizada en el tratamiento de las fobias y el síndrome de pánico. Consiste en exponer a la persona a los elementos que le provocan miedo de forma paulatina, segura y guiada por el terapeuta. Al hacer esto en terapia, el paciente tiene la posibilidad de reemplazar los sentimientos de tensión con relajación.

La exposición, en este caso, no es física. En general, el terapeuta guía al paciente en su imaginación. Mientras piensa en la fuente de la ansiedad, aplica las técnicas de relajación que ha aprendido. Cuando sea más seguro, la persona puede repetir este ejercicio en su rutina fuera de la clínica.

6. Técnicas de relajación

En los últimos años ha crecido mucho el número de casos de trastornos de ansiedad o miedo, como el trastorno de ansiedad generalizada. Las personas que tienen este problema y viven situaciones de crisis enfrentan muchas dificultades para calmar sus emociones y pensar racionalmente en momentos extremos.

Un paciente con ansiedad o ataque de pánico experimenta situaciones de miedo extremo y padece síntomas físicos, como dificultad para respirar, taquicardia, temblores corporales y agitación psicomotora. Las técnicas de relajación se utilizan durante la terapia y sirven como una experiencia de aprendizaje para que la persona logre el autocontrol en períodos críticos.

El terapeuta cognitivo-conductual ayuda al paciente a respirar lentamente, siguiendo ciertos ritmos para aumentar la oxigenación del cuerpo y regular las sensaciones. Además, las técnicas de relajación muscular son útiles para mejorar la percepción de sí mismo durante la crisis,  aumentar la concentración  y generar sensación de bienestar, reduciendo así la tensión.

7. Técnicas de regulación emocional

Las técnicas de regulación emocional no solo atienden a la relajación como punto anterior. Apuntan a la regulación de cualquier emoción. Los objetivos de esta técnica son:

  • Comprender las emociones que experimentamos, por qué las tenemos, cómo funcionan y cómo identificar las emociones;
  • Reducir la vulnerabilidad emocional ante eventos emocionales negativos, cuidar el cuerpo como nuestro templo, reconocer y aumentar el registro de emociones positivas, construir dominio y repertorio de respuestas efectivas (anticipar respuestas)
  • Reducir el sufrimiento emocional, experimentar emociones como olas que van y venir, dejar pasar las emociones dolorosas, cambiar la trayectoria de la emoción dolorosa actuando en sentido contrario a lo que pide, reducir la frecuencia de las emociones no deseadas.

Como terapeutas cognitivo-conductuales, nuestros pacientes a menudo nos asignan el papel «racional» y «no emocional». Nuestra cultura influye directamente en la forma en que pensamos sobre nuestras emociones. Mucha gente todavía cree que sentir miedo es un signo de debilidad, así como muchos ven la tristeza como una vulnerabilidad. Según Leahy, estas ideas y creencias que tenemos sobre nuestras emociones se denominan esquemas emocionales, y estos esquemas influyen directamente en la forma en que nos relacionamos con las emociones.

En general, un terapeuta comprende bien sus sentimientos. Reconoce que está sintiendo, acepta que está siendo influenciado por estos sentimientos y trata de actuar de manera congruente con sus objetivos, incluso con la emoción en curso. Cuando una persona es capaz de regular sus propias emociones a través de estrategias adaptativas, se utiliza el término Regulación Emocional Intrínseca. Sin embargo, cuando el individuo no puede hacer uso de buenas estrategias para autorregularse y necesita que alguien lo ayude.

8. Técnicas de habilidades sociales

También se encuentran entre las técnicas de terapia cognitivo-conductual más utilizadas. No es difícil entender las razones cuando consideramos cuánto expone nuestra sociedad a las personas al juicio de los demás. Muchos pacientes buscan terapia para tratar la timidez o el miedo que experimentan en situaciones de exposición social.

Esta dificultad trastoca la vida de muchas formas, distanciando el éxito en las evaluaciones educativas o en situaciones laborales, por ejemplo. Por tanto, es un problema que debe abordarse lo antes posible, ya que suele tener consecuencias más graves en la vida adulta.

El terapeuta cognitivo-conductual está capacitado para ayudar a la persona a desarrollar mecanismos para superar la timidez mediante el entrenamiento de habilidades sociales en terapia individual o grupal . Consiste en simular escenarios en la relación con el terapeuta  para que el paciente pueda desarrollar y expresar habilidades sociales primero en la clínica y luego en su rutina.

Además de los casos de fobia social, esta técnica también es muy válida para pacientes que enfrentan dificultades para desarrollar aspectos como la empatía y las habilidades comunicativas. A muchas personas les resulta difícil expresar sus emociones de manera eficiente; algunas lloran al primer signo de una conversación más tensa, por ejemplo. Así, las técnicas sirven no solo para tener más seguridad al hablar en público, sino también para iniciar y concluir diálogos privados o íntimos.

9. Hacer frente al estrés

Muchos pacientes están expuestos a situaciones estresantes y son incapaces de movilizar esfuerzos saludables para afrontar las emociones generadas en estos momentos. Es necesario construir estrategias de afrontamiento cuando el contexto externo presenta pocas posibilidades de cambio para reducir la sobrecarga.

Esta puede ser la realidad de profesionales con un alto nivel de estrés o personas que necesitan cuidar a seres queridos enfermos, por ejemplo. Algunos escenarios de la vida generan respuestas emocionales negativas que son difíciles de afrontar. Las técnicas de terapia cognitivo-conductual ayudan al paciente a comprender los elementos que generan estrés, identificar los sentimientos involucrados y buscar alternativas de afrontamiento.

Se pueden desarrollar estrategias relacionadas con el problema, como modificar el evento estresante, realizar actividad física o aumentar las horas de descanso para reducir la tensión. También hay aprendizajes centrados en las emociones, con el fin de controlar las respuestas negativas a situaciones externas que no se pueden cambiar.

10. Espectador u observador distante

A menudo, los pacientes tienen grandes dificultades para superar sus problemas porque no pueden analizarlos de manera eficiente. Después de todo, para aquellos que están pasando por una situación complicada, la solución puede parecer lejana e incluso imposible.

Un pensamiento popular afirma que quienes no están experimentando el problema pueden ver aspectos que la persona involucrada no ve. Probablemente hayas escuchado a alguien hablar de eso, ¿no es así? De hecho, es común que la visión de amigos o familiares ayude a ampliar las posibilidades y a encontrar formas de superar las dificultades.

Podemos decir que la mediación del psicólogo también encaja en este escenario, especialmente cuando hablamos de la estrategia del espectador u observador distante. Esta es una de las técnicas de la terapia cognitivo-conductual y consiste en estimular al paciente a que utilice su imaginación para visualizar sus problemas como si fueran un juego o una representación.

Al hacerlo, es posible disminuir las reacciones emocionales y proporcionar un análisis más lúcido de las experiencias de la vida. A medida que el paciente comienza a narrar la situación como si no le hubiera pasado, pueden aparecer nuevas visiones sobre el mismo hecho, lo que le facilitará sortear los obstáculos.

11. Intercambio de roles

Esta es otra técnica que hace uso de la imaginación o la visualización creativa para proporcionar una mayor conciencia de ciertas experiencias, especialmente los conflictos interpersonales. En el intercambio de roles, el terapeuta anima al paciente a ponerse en el lugar de otra persona, intentando valorar el contexto desde su punto de vista.

Así, el paciente debe manifestarse en terapia como si fuera esa persona, evaluando lo que pensaría y lo que diría en relación al conflicto existente. Este ejercicio puede resultar muy útil para desarrollar la empatía y mejorar las relaciones sociales. Por lo tanto, se usa ampliamente en el entrenamiento de habilidades sociales.

También existe otra estrategia clínica relacionada con estos aspectos: el juego de roles. El funcionamiento de esta técnica es similar al del cambio de roles, pero en este caso la actividad va más allá de la imaginación. Se realiza una especie de simulación, en la que el terapeuta participa imitando el comportamiento de una persona cercana al paciente.

12. Dejar de pensar y de autoinstruirse

Controlar los pensamientos y las acciones de uno mismo puede ser una tarea muy compleja, especialmente cuando las personas tienen una condición que dificulta este proceso, como depresión, ansiedad o trastornos de la personalidad . Existen técnicas de terapia cognitivo-conductual que pueden ayudar mucho en este sentido.

Una de ellas es la parada del pensamiento y la autoinstrucción, en la que se guía al paciente a identificar las ideas que le hacen daño y dar una orden de «parar» cuando surgen. Dado que la TCC interviene en la relación entre pensamientos y comportamientos, esta es una forma de identificar  las distorsiones cognitivas  y ejercer un mayor autocontrol sobre ellas, reduciendo sus efectos negativos.

El uso eficiente de esta estrategia trae grandes resultados, ya que la persona aumenta la conciencia sobre lo que piensa y ejerce su poder para interrumpir y modificar los pensamientos. Suele utilizarse, principalmente, en casos relacionados con la ansiedad y el estrés postraumático.

¿Cómo contribuyen estas técnicas al progreso del tratamiento?

El enfoque cognitivo-conductual cree que las creencias y pensamientos disfuncionales son la base de las dificultades y trastornos del paciente. Por tanto, las intervenciones que utiliza el psicólogo permiten superar estos problemas reestructurando la cognición y la conducta.

Al pasar por estas técnicas, el paciente comprende la relación entre lo que cree, siente y cómo se comporta. Es posible identificar las creencias distorsionadas que sustentan su sufrimiento y luego cuestionar estos pensamientos, haciendo que den paso a cogniciones más saludables.

Con el cambio en las representaciones mentales, las creencias se vuelven más flexibles y realistas. De esta forma, el paciente deja de estar controlado por pensamientos irracionales y gana más equilibrio emocional. Como resultado, integrará su cognición, comportamiento y emociones de manera más saludable.

El objetivo de la terapia cognitivo-conductual no es solo mejorar a la persona a partir de los síntomas que le hicieron ver al psicólogo. También está el propósito de equipar al paciente con las técnicas para que pueda mediar solo en sus procesos mentales en el futuro. Además, aprende a relajarse, a cuestionar sus propios pensamientos y a comportarse de manera más saludable.

¿Cómo identificar la necesidad de utilizar una técnica específica?

Con tantas técnicas de terapia cognitivo-conductual disponibles, su uso puede convertirse en un desafío para el terapeuta. Al fin y al cabo, no basta con conocer las opciones, es necesario saber identificar su utilidad en cada sesión, así como ver si el paciente está en condiciones de trabajar con ellas.

Una técnica puede perder su validez e incluso dificultar el proceso terapéutico si no se utiliza en el momento adecuado o el paciente no puede afrontarla. Por tanto, le corresponde al terapeuta tener los conocimientos para entender qué actividades están indicadas para la situación respectiva, considerando también las especificidades del servicio (es diferente atender a adultos,  niños  o familias, por ejemplo).

Para desarrollar tus habilidades analíticas es muy útil que, además de lo aprendido en la carrera de Psicología, el profesional busque conocimientos en otras áreas. Dominar la psicopatología y los modelos integradores (biológicos, cognitivos, conductuales y sociales), por ejemplo, es indispensable para un buen terapeuta en TCC. Esto crea la necesidad de estudiar elementos de Psiquiatría y  Ciencias Cognitivas .

Finalmente, es importante que el psicólogo construya un buen vínculo con el paciente y observe cuidadosamente todo el proceso clínico. De esta manera, es más fácil analizar las demandas y comprender cuándo se puede usar una determinada técnica para agregar a la terapia.

Como has visto, el uso de técnicas de terapia cognitivo-conductual va más allá de saber qué son y cómo funcionan. El psicólogo necesita mucho conocimiento y responsabilidad para realizar una gestión clínica de calidad. Para ello, además de los conocimientos teóricos, es fundamental la capacidad de comprender las demandas que traen los pacientes y la experiencia de cada uno de ellos.